Consejos de Padre (22)

La entrada de hoy es un mix de las secciones «Consejos de padre» y «Primeras veces«, pues trata de algo que Valkiria ha experimentado por primera vez este fin de semana pasado, pero a través del filtro de las viñetas del Papá Cascarrabias. Ayer tuvimos nuestro primer día de piscina en familia. El año pasado, cuando Valkiria tenía 10 meses, intentamos que se metiera con nosotros en una piscina, pero fue un autentico fracaso. La niña no quería meterse en aquella masa gigante de agua por más que yo estuviera dentro. Y todos sus gestos y esfuerzos por comunicarse eran para hacerme entender que saliera de allí pero YA. En aquel momento no quisimos forzar la situación, así que lo dejamos pasar.

Este año ya habíamos hecho un primer acercamiento a las piscinas con la piscinita hinchable que usamos tanto para llevar a la playa como para ponersela aquí en casa en la terraza y la cosa había ido pero que muy bien. El año pasado si la metíamos ahí lloraba histérica y ahora no hay quien la saque. Así que ya era un avance.

Ayer decidimos ir a probar por primera vez (de nuevo) en una piscina grande, en el chalet de unos familiares. Como el Papá Cascarrrabias siempre es más optimista que yo, decidió comprar un flotador de esos que parecen un tacatá hinchable. Yo no pensaba que fuera a querer meterse, pero me equivocaba. Cuando llegamos le montamos su piscinita, al lado de la piscina grande, la llenamos de sus juguetes y la metimos. Al ver el flotador inmenso flipó en colores y en cuanto vio que su padre se metía en la piscina grande, Valkiria ya solo sabía decir: «Mamá, aquí aquí» mientras me señalaba la piscina. ¡Pasando tres pueblos de su piscinita pequeña!

Así que nos metimos todos con ella en la piscina grande, ¡y le encantó!. Aunque aún no se que le gustó mas, si la piscina grande o el donut flotador. Se lo pasó genial y aunque la viera castañear los dientes en algún momento, si le preguntábamos si quería salir del agua su respuesta era un rotundo: «Noooo«. Al final la acabamos sacando pese a que no quería, con el consiguiente berrinche. Eso si, durmió la sienta de maravilla, eso de que las piscinas agotan es verdad verdadera. ¡Que pena no tener una al lado de casa! Si no estaría allí metida día si y día también. Al despertar de la siesta se iba de cabeza para la piscina. Me constó un mundo retenerla un poco, mas que nada porque eran las 4 de la tarde y hacía una solana tremenda. Un rato después nos dimos otro chapuzón. Ella más feliz que una perdis, se podía haber tirado ahí horas. Cuando ya la sacamos para irnos a casa, con berrinche otra vez, le pregunta el abuelo: «Valkiria, ¿quieres que nos llevemos la piscina a casa?» A lo que la niña respondió alegremente: «Siiii«(pobrecica mía). Evidentemente, ahora sabiendo que tenemos una pequeña sirenita, volveremos más a menudo a la piscina. Lo curioso es que Valkiria nunca deja de sorprendernos y rompernos los esquemas, aunque supongo que eso debe ser lo habitual.

¿Cual ha sido la ocasión que más os han sorprendido vuestros peques?

*Esto es una exageración de los hechos, en ningún momento Valkiria estuvo dentro de la piscina sola (por si a alguien se le llega a ocurrir si quiera pensarlo).