Como os contaba en la primera parte de este post, aquella noche me acosté después de un chocolate a la taza, en un último intento desesperado de probar algo que desencadenara el parto de Atreyu. Dos horas después empezó la fiesta. Las contracciones, al principio, eran cada 20 minutos. Traté de dormir entre ellas, pero era imposible porque cada vez que venía una me despertaba. Así que deje de intentar dormir, y me puse a contar las contracciones con la aplicación que me bajé en la tablet.
Mientras las contracciones se iban haciendo cada vez más cercanas yo iba cambiándome de postura. Unas veces sobre el balón de pilates haciendo círculos, otras a cuatro patas en el suelo practicando alguna postura de yoga o de cuclillas. Respirando para pasar las contracciones que cada vez notaba con más intensidad. Intentando aplicar en casa todo aquello que aprendí en las clases preparto y de yoga prenatal. Tratando, en definitiva, de alargar lo máximo posible la fase de dilatación en casa, porque una vez en el hospital ya sabía lo que había.
Así fueron pasando las horas de aquella madrugada, hasta que a las 6:00 de la mañana, cuando ya las contracciones eran con una frecuencia de unos cinco minutos, decidí despertar a Papá Cascarrabias para anunciarle que nuestro hijo, ahora si que si, estaba de camino. Empezamos entonces a prepararnos para ir al hospital. Me metí en la ducha y es curioso lo que alivia el agua caliente. Con mucho gusto me habría metido en la bañera, pero, ilusa de mí, me daba miedo alargar demasiado la cosa y no llegar a tiempo al hospital.
Sobre las siete menos cuarto despertamos a Valkiria. Ya en el coche de camino a casa de Los abuelos puñeteros, le explicamos que su hermano estaba de camino y que papá y mamá se iban al hospital. Me despedí de ella con un abrazo entre contracciones y casi se me saltan las lágrimas. Mi pequeña valkiria iba a dejar de ser hija única para convertirse en hermana mayor.
El camino al hospital, a las 7 y algo de la mañana de un miércoles laborable, se me hizo mas largo que un día sin pan. A las 7:30 entraba por la puerta de urgencias y ya me veían venir de lejos… «Vienes de parto, ¿no?«… ¡Pues va a ser que si! Me ofrecieron la silla de ruedas, pero yo soy de las que prefieren ir andando, y os aseguro que el camino hasta las urgencias de maternidad es largo… pero largo. Aun así preferí andar, parándome con cada contracción.
Entré sola a triaje, lo normal en este hospital y allí me atendió una enfermera que me hizo las primeras comprobaciones: temperatura, tensión, etc… Luego me vio la ginecóloga. Ecografía para asegurar que todo estaba bien y tacto vaginal. ¡5 centímetros dilatada! ¡Bien! ¡Esto marcha! Volví con la enfermera que me puso la maldita vía (luego os cuento…). Cada persona que entraba me decían que estaba muy tranquila y que estando de 5 cm, y siendo un segundo, aquello iba a ser muy rápido… Y yo les creí…
Me pasaron entonces a la sala de dilatación/paritorio donde me esperaba otra enfermera y Núria, la matrona residente que asistiría mi parto. Empezó a hacerme las preguntas de rigor mientras miraba mi plan de parto. Yo me esperaba cualquier cosa dada mi experiencia anterior en ese mismo hospital cuando nació Valkiria. Pero nada mas lejos de la realidad. En el momento que me preguntó si quería la epidural y le dije que no, no dijo nada mas que…vale. Mientras esperábamos que llegara la matrona oficial, me fue monitorizando (de esto no se libra nadie…) y nos pusimos a charlar. Entonces fue cuando le conté mi experiencia en mi anterior parto con la matrona que me tocó. La conocía… Palabras textuales suyas: «Lo bueno que tiene parir aquí en agosto, es que las veteranas suelen estar de vacaciones y el personal es mas joven y con otra forma de trabajar«… ¡Genial!
Charla que te charla, dejaron pasar por fin a mi marido. Sobre las 9:20 llegó Lourdes, la matrona oficial. Se presentó y en seguida vi que, esta vez, mi parto iba a ser muy diferente. Tanto Lourdes como Núria entendían perfectamente el tipo de parto que quería tener e iban a tratar de ayudarme en todo lo posible. Para que os hagáis una idea: me dejaban ir al baño siempre que quería, beber agua, cambiar de postura, siempre que quisiera, como quisiera. De pie, sentada en la cama, sentada en el balón de pilates, de cuclillas, a cuatro patas apoyada sobre la cama… ¡Creo que me faltó hacer el pino! Y así durante toda la dilatación… ¡una maravilla oiga!
-Parturienta en proceso… Y tan pancha-
A eso de las 11:30 entro a preguntarme como lo llevaba y a decirme que no me haría tactos vaginales si yo no se lo pedía y no era estrictamente necesario. Me dijo que a ella no le hacían falta, que solo con verme a mi y ver la gráfica, ya sabía en que punto estaba. Aquella vez fui yo la que le pidió que lo hiciera. Quería ver cuanto llevábamos ya dilatado. Para animarme y tal… Así que lo hizo… ¡8 centímetros de dilatación y cuello borrado! ¡Ole y ole! Me vine arriba… En nada tendríamos a Atreyu con nosotros… (O eso pensaba yo…)
La bolsa seguía intacta y Lourdes no tenía ninguna intención de rompérmela si no era necesario. Me dijo que con la bolsa amortiguábamos un poco el dolor de las contracciones y a mi me pareció bien. Recordad que seguía sin epidural y sin ningún tipo de analgesia por decisión propia. Hubo una cosa que si me trajo y que me ayudó mucho a pasar el dolor de las contracciones, una bolsa de suero calentada para ponerla en los riñones… ¡Me aliviaba muchísimo! No sabéis la de viajes que hicieron para calentar aquella bolsa…
Y de repente, sobre la 1 de la tarde, así sin comerlo ni beberlo… Yo que tan tranquila estaba, respirando, controlando el dolor de las contracciones como podía, concentrándome en estar relajada… Empecé a ponerme nerviosa, a tener calor, sudores fríos… ¡Mierda, no puede ser! ¡Me estaba dando un ataque de ansiedad! ¡Quería huir! ¡Salir de allí corriendo! ¡En mitad del parto, me daba igual! Os aseguro que sé bien de lo que os hablo, aquello era un ataque de ansiedad en toda regla y yo, que me los conozco, no entendía porque… porque en ese momento, si yo estaba tranquila, si hace un segundo me encontraba la mar de calmada, no tenía miedo de nada, no hacía porqué tenerlo… ¿Porque me pasaba aquello?
No les dije que quería huir cual gacela de los leones, pero si que no me encontraba bien mientras lloraba. Les pedí que me dieran algo para calmarme, un sedante, ¡lo que fuera! Obviamente no me hicieron caso en lo del sedante y Lourdes, con mucha calma y mucho cariño, me explicó que aquello que sentía era por culpa de las sustancias que generaba mi cuerpo, que tenía un subidón de adrenalina y que era absolutamente normal. Me trajeron una bolsa para que respirara en ella… ¡tenía que calmarme! Y lo sabía… Traté de respirar en la bolsa, pero era muy grande y se me escapaba con los nervios y las contracciones… aquello no funcionaba. Entonces, empapó una gasa en alcohol y me la dio para que la oliera mientras me decía que lo hiciera poco a poco, pero que intentara respirar.
Mi marido, mientras todo esto pasaba, me empapaba cada dos por tres la frente y la nuca con agua, para bajar el calor que sentía. Pero como no era suficiente pasamos también a gasas empapadas de alcohol, al tiempo que me hacía aire con el abanico. No duró mucho, no creo que llegara a 20 minutos, pero fue un momento muy desagradable. Por suerte, poco a poco, se fue pasando y fui recuperando la calma y el control sobre mi misma. Aun nos quedaba la recta final y, aunque aun no lo sabía, iba a necesitar mas fuerza de la que nunca imaginé…
6 Comentarios
Ay que mal rato!! Yo al final del parto también perdí el control y la pobre matrona ya no sabía cómo calmarme, no es mucho rato, pero se pasa muy mal! Esperando ansiosa el siguiente post! 😉
Ufff, es que eso pasa así que no te lo esperas y lo pasas fatal… en fin…
Dentro de poco el desenlace 😉
Noooooooooo nos puedes dejar así!!!!!!!!!!! Que intriga!!!!!!!!! Siempre supe de tu Don para escribir ….. Pero date prisa en publicar!!!!!! Madre de Atreyuuuuuuuuuuuuuuu
jajajajajajaja… chan chan chaaaaaan… El desenlace próximamente! 😉
Ay, qué faena. Menudo mal rato pasarías. Y dejarnos así… no digo nada porque yo hoy he hecho lo mismo jajaja. Pero lo mío van a ser solo dos entregas.
Yo esta vez me he pasado con los cuatro capitulos, pero es que ya habéis leido que fue mas largo que un dia sin pan… Así que tal cual, jajajaja
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