Habían pasado mas de 12 horas de parto, estábamos en pleno expulsivo y mis matronas hablaban entre ellas. A veces en voz alta, a veces entre susurros, imagino que para no preocuparnos. Con cada movimiento que hacían para intentar ayudar a Atreyu a salir, a mi me dolía hasta el alma. Entonces intentaba recordar lo que me decía mi matrona del centro de salud: «No es una contracción mas, es una menos… «.
Notaba cierta preocupación en el aire. Me venía una contracción y me decían: «coge aire y empuja largo, largo con todas tus fuerzas«. Y eso hacía, empujaba en apnea con todas las fuerzas que me quedaban. Y cuando ya no podía mas y el chillido ahogado salía de mi me decían: «cambia el aire y empuja un poco mas«… Y eso hacía. Así pasamos de segundo a tercer plano.
A pesar de todo el liquido que había salido de mi, allí aun quedaba suficiente como para permitir que el niño se moviera a sus anchas. De echo, no paraba quieto y, en mitad de todo aquello, yo empecé a notar un dolor agudo en el costado. «Me duele, me duele» les decía (y manda narices, como si lo demás no doliera…). Aquello que me dolía resultó ser un pie de Atreyu haciendo palanca en mis costillas. Le dijeron a mi marido que apretara ahí, lo cual no ayudó mucho y dejó de hacerlo después de lanzarle una mirada asesina.
Como mi querido hijo no paraba de moverse, a cada contracción, la matrona residente trataba de enderezar mi barriga y con ello al niño, mientras la matrona oficial dirigía el pujo pidiéndome que lo alargara un poco más. Aquello no acababa nunca y yo me temía lo peor… Llegué a pensar en la cesarea, pero no me atreví ni a mencionar mis miedos en voz alta. Atreyu tenía que salir, si o si, ¡por la madre que lo estaba intentando parir!
Me decían: «ya está casi con nosotros Ana, solo tienes que hacer un empujón mas«. El problema era pasar del tercer al cuarto plano. Cuando empujaba la cabeza casi coronaba, pero al dejar de empujar retrocedía. Tenía que empujar más. Más fuerte, más largo. Pero no podía.
En un momento, para animarme, poniéndome un espejo delante me dijeron: «Míralo, ya se ve, tiene mucho pelo» A lo que yo, sin mis gafas y medio llorando, solo pude contestar: «Es que soy miope, no veo ná» Así que me dijeron que tocase, y si, allí estaba mi niño, listo para salir, a falta de un último empujón que lo lanzara a la vida.
Mientras todo esto pasaba, las vi intentar por todos los medios proteger mi periné. Me ponían compresas de agua caliente e intentaban que no pujara cuando no debía. Esa respiración que nos enseñaron en las clases preparto, como si soplaras una vela pero tratando de no apagarla.
Así llegó el momento de hacer el famoso pujo definitivo y empujé. Empujé con todas las fuerzas que pude reunir y mas, hasta notar el famoso aro de fuego. Seguí empujando mientras me pedían mas y mas, que siguiera, que ya casi estaba. Notaba que me partía en dos. Puro fuego. Y entonces, ¡la cabeza de Atreyu salió! A mi me invadió un alivio tremendo y acto seguido me pidieron que dejara de empujar, que lo aguantara… Tenían que salir los hombros y ese momento es muy delicado. Hice todo lo que me dijeron, pero no pude evitar el desgarro, por donde estaba la cicatriz de mi anterior episiotomia.
Nada importaba ya, ¡mi niño había llegado! Y yo entre lagrimas solo atine a decir: «Ay pobrecico mio, esta lleno mierda»… Lo que desató las risas en el paritorio después de los momentos tan tensos que acabábamos de pasar. Y parece que Atreyu me oyó porque lo siguiente que hizo fue pegarse una gran cagada de bienvenida y llenarme de meconio enterita… pero con amor 😉
Me lo pusieron sobre el vientre y me dijeron que no lo moviera, que estaban esperando que alumbrara la placenta. Como les dí permiso para hacerme un alumbramiento asistido mediante oxitocina, salió en un momento. Lo siguiente fue cortar el cordón, cosa que hizo el padre, una vez dejó de latir. Ahora si, ya lo tenía sobre mi pecho y, aunque sea amor de madre caldosa, no podía haberlo imaginado mas bonito.
Mientras Atreyu me miraba con sus ojos muy abiertos, empezaron a suturarme el desgarro. Me dijeron que me iban a hacer una sutura estética, que tardarían un poco más, pero a mi ya me daba todo igual. Lo cierto es que esta parte es de las mas engorrosas de un parto sin epidural. Te pinchan un anestésico local, pero la zona está tan dolorida por todo lo que acaba de pasar, que lo notas todo perfectamente y, al menos yo, no podía evitar hacer pequeños saltitos del dolor y mas de un chillido ahogado para no dejar sordo a mi pequeño nada mas nacer.
Todos se sorprendieron al ver lo grande que era. Empezando por mi, que para nada me esperaba un niño tan grande dadas mis últimas ecografías. Y pasando por las matronas y las enfermeras. Cuatro kilos en un parto vaginal natural sin epidural, ¡normal que hubiera costado tanto de salir!
En los momentos posteriores, cuando ya todo estaba en calma y mientras esperábamos a los celadores para que me subieran a planta, me quedé mirando a mi bebé y me puse a llorar. Nadie entendía nada. Incluso las matronas me preguntaron que porqué lloraba, si ya todo había pasado y estábamos bien. Pero yo sabía porqué lloraba. Lloraba por todos los sustos de este embarazo. Los que os conté y los que me guardo. Lloraba por lo bonito que era mi bebé. Por lo sano que estaba y porque, en ese preciso momento, no podía ser mas feliz.
8 Comentarios
Normal que lloraras, yo también lloré y eso que a mí casi de me cae. Eres una campeona.
jajajaja… Homre, creo que llorar al final lloramos todas… Es el momentazo mas emotivo de nuestras vidas creo… 😉
Ay, qué intenso y qué hermoso! Eres una jabata, guapa! 4 kilazos son 4 kilazos!
Gracias primor! Pero es que me habían engañáo, me lo esperaba moderadamente mas pequeño, jajajaja… Pero bueno, lo que dices, intenso y hermoso a partes iguales… Como casi cualquier parto al fin y al cabo… Morir de dolor y de amor a la vez 😉
Pues al final me has hecho llorar. Qué momento más bonito, y qué tensión, Pero cómo merece la pena el esfuerzo! Enhorabuena preciosa 😘
Ay guapa! Gracias!
Merece muchisimo la pena… Sino no repetiríamos, no? 😉
Ay! Por fin el desenlace!! La naturaleza es sabia amiga… Mi pequeño también nació en un parto vaginal natural sin epidural y también pesó 4 kg. La diferencia es que fue un parto precipitado. y me dijeron después en la revisión que suerte que estaba sin epidural, que con ese peso con epidural no sale solo. De la que nos libramos! 🙂
Enhorabuena por ese bebote! Ahora a disfrutar juntos 🙂
Un beso
Vaya! Pues mira, me alegro de que la cosa fuera bien guapa!;)
Gracias!
Besos!
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